A las puertas del verano aumenta la preocupación por el aspecto del cuerpo, muchas veces olvidado tras los gruesos suéteres de invierno. Por estas fechas todo el cuerpo se hace más evidente, para bien o para mal, y hay una auténtica oleada de inscripciones en los gimnasios, donde se pretende recuperar la buena forma física en el mínimo tiempo posible, más por una finalidad estética que por los beneficios que genera el ejercicio sobre la salud.
El abdomen es uno de los protagonistas de esta dedicación física a contrarreloj, pues un vientre firme y liso mejora significativamente la apariencia. Pero ésa es sólo una de las razones por la que debe trabajarse esa zona.
Los músculos abdominales son el sostén de las vísceras y estabilizan la columna vertebral y lumbar, previniendo, de ese modo, numerosos problemas de espalda. Además, una musculatura abdominal tonificada es importante para el buen funcionamiento del sistema digestivo, intestinal y hepático, ya que favorece la digestión y la asimilación de nutrientes y previene el estreñimiento.
La constancia, el único secreto
Los ejercicios abdominales requieren de la constancia y atención de quien los practica, pues si se hacen mal puede ejercitarse una musculatura distinta y, en algunos casos, producir lesiones. Es importante un calentamiento general y previo antes de ponernos a fondo con los abdominales ya que solo así, lograremos sacar el mayor rendimiento al ejercicio.
Para evitar las lesiones deben seguirse rigurosamente las siguientes normas:
- No despegar la zona lumbar del suelo
- Soltar el aire antes de iniciar la contracción del músculo
- Mantener siempre las rodillas flexionadas
- Mientras se realice el ejercicio hay que concentrarse en la contracción del músculo que se trabaja.
Es muy importante que estas primeras normas se tengan muy en cuenta a la hora de realizar cualquier ejercicio físico abdominal con esto, conseguiremos una elasticidad y fuerza única en nuestros músculos.