En algunos lugares y en ocasiones parece que rascarse está mal visto, incluso puede interpretarse como un síntoma de limpieza y una salud deficientes, pero en realidad es un acto agradable que ayuda a limpiarla, tonificarla, renovarla y regenerarla.
Rascarse la piel estimula el metabolismo, favorece la circulación local y la general de forma refleja, también es un estimulante psíquico que incide en el rendimiento intelectual.
Al mismo tiempo, tiene un efecto reparador, ya que al rascarse se liberan sustancias como las histamina y la serotonina, que ponen en marcha los mecanismos de alerta inflamatoria y de reacción inmunitaria. También se considera beneficioso para regular la presión arterial.
Rascarse ayuda a curtir y fortalecer la piel y también la protege de infecciones por la acción limpiadora. Es para la piel como el labrar para la tierra: la deja libre de escamas muertas y de parásitos y microbios que anidan sobre estos restos. En definitiva, ayuda a airear, rejuvenecer y vitalizar la epidermis.
Algunos psicólogos y etólogos relacionan el hecho de rascarse la piel con impulsos no expresados, ya sean sexuales o agresivos. Dicen que ayuda a superar la inmadurez y la labilidad afectiva, y satisface indirectamente la necesidad de afecto tanto en las personas como en los animales.
Asimismo, se considera un buen estimulante para la depresión e incluso, alivia muchos síntomas de la misma.
¿Sabes cómo rascarte?
- No rascarse solo en una parte del cuerpo, y menos si hay mucho picor
- Lo mejor es comenzar por los extremos y después rascarse en las céntricas
- Empezar por las que menos pican y terminar por las que más lo hacen
- Terminado el rascado se debe enjabonar la piel y aclarar con agua fría